viernes, 26 de junio de 2009

domingo, 14 de junio de 2009

La belleza está dentro.

I.La semilla.


La belleza está dentro, dicen.
Yo también estoy dentro.

Ella está sentada en la silla, tocándose el pelo mientras espera respuestas ante el ordenador.

Yo estoy dentro, y espero.

Llevo mucho, mucho tiempo dedicándome a recorrer cada milímetro de sus venas, jugando a perderme por los laberínticos túneles de su cerebro y llevando a cabo otras muchas lúdicas actividades de turismo visceral. Realmente, la belleza está dentro.

Yo soy una semilla que esta a punto de germinar.

Ella duerme ahora, y yo he estado preparando el terreno. Noche tras noche.
Es el momento.
Esa semilla que soy yo comienza a latir, primero de forma suave, casi imperceptible, creciendo poco a poco y dando vida a lo que hay dentro de mi, que en su crecida hace ceder la membrana que le encierra.

Ella se revuelve debido a las pesadillas, que veo y memorizo al detalle, está soñando conmigo pero no es capaz de saberlo.

Mi forma fetal sigue creciendo como un tumor a medida que toda la materia que me forma late, cada vez más humana.
Crezco en su pecho, tras su esternón y sus costillas y lanzo un brazo hacia su garganta. Sin vacilar, desgarro lo desgarrable ahí para evitar ruidos acusadores y es entonces cuando se despierta haciendo un ruido que intenta salir y que deriva en un encharcamiento pulmonar.
Soy Ira.
El éxtasis del nacer.
Un espasmo, bien, con él se cae de la cama con grandes sacudidas y se lleva las manos a la boca, por la que comienzan a salir mis dedos, separando su mandíbula de su cráneo con fuerza, no tardo en partirla en dos y abrirme paso hacia fuera.
Se quiebra como una cáscara de huevo. El sonido es parecido, a gran escala.

Salgo, llena de sangre, alguna quizás propia, ya que creo que algún hueso astillado me ha arañado la piel.
Me pongo en pie, respiro. Huele mal, pero huele.
Soy Curiosidad.
Doy un paseo por la habitación, hay una farola cerca que arroja bastante luz naranja. Aun así busco el interruptor y lo observo todo.
Me observo en el espejo. En el exterior soy prácticamente igual que ella( a excepción del color de mi pelo que cuando decidiese ducharme más tarde descubriría que sería blanco).
Curioseo con las capacidades y sentidos que ofrece un cuerpo humano. Mientras recojo todo pruebo a hablar, esta voz es diferente a la de mis pensamientos.
Soy Interés.

Cuando terminé de limpiarlo todo, incluido mi nuevo cuerpo, cociné y degusté los restos útiles que había guardado del cuerpo desmenuzado.


Quedaban algunas horas aún de oscuridad. Perfecto.
Cogí las llaves y salí a la calle.